sábado, 20 de septiembre de 2008

Prohibido enamorarse


El amenazado

Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir.
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz.
La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única.
¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras, la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas, la serena amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes, los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz.
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo.

Jorge Luis Borges, El oro de los tigres, 1972


En algún lugar al que nunca he viajado, felizmente más allá de toda experiencia, tus ojos tienen su silencio: en tu gesto más frágil hay cosas que me rodean o que no puedo tocar porque están demasiado cerca.
Con solo mirarme, me liberas. Aunque yo me haya cerrado como un puño, siempre abres, pétalo tras pétalo mi ser, como la primavera abre con un toque diestro y misterioso su primera rosa.
O si deseas cerrarme, yo y mi vida nos cerraremos muy bella, súbitamente, como cuando el corazón de esta flor imagina la nieve cayendo cuidadosa por doquier.
Nada que hayamos de percibir en este mundo iguala la fuerza de tu intensa fragilidad, cuya textura me somete con el color de sus campos, retornando a la muerte y la eternidad con cada respiro.
(Ignoro tu destreza para cerrar y abrir pero, cierto es que algo me dice que la voz de tus ojos es más profunda que todas las rosas)
Nadie, ni siquiera la lluvia tiene manos tan pequeñas

Somewhere i have never travelled, gladly beyondany experience, your eyes have their silence: in your most frail gesture are things which enclose me, or which i cannot touch because they are too near
Your slightest look easily will unclose methough i have closed myself as fingers,you open always petal by petal myself as Spring opens (touching skilfully, mysteriously) her first rose
Or if your wish be to close me, i andmy life will shut very beautifully, suddenly,as when the heart of this flower imaginesthe snow carefully everywhere descending;
Nothing which we are to perceive in this world equalsthe power of your intense fragility: whose texturecompels me with the color of its countries,rendering death and forever with each breathing
(I do not know what it is about you that closesand opens; only something in me understandsthe voice of your eyes is deeper than all roses)
nobody, not even the rain, has such small hands

E. E. Cummings

2 comentarios:

Anónimo dijo...

"Es el amor con sus mitologías, con pequeñas magias inútiles."
BUENISIMO!
un beso profe :)

Esteban dijo...

Hola Luján, qué bueno que te haya gustado.
Me animo a destacar también estos versos:
"Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo."
"Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar."
"El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo."
Saludos.